El cambio climático ha planteado el desafío de encontrar soluciones para preservar nuestro entorno para las futuras generaciones. La economía circular se ha perfilado como una de ellas, pues propone mitigar los efectos del cambio climático y adaptarnos a la crisis medioambiental a través de una transformación del modelo de desarrollo económico.
Nuestro sistema económico actual consiste en extraer materias primas de la Tierra, fabricar o producir bienes de consumo con ellos, y tras su uso, desecharlos como residuos. Esta forma de producir —que se conoce como lineal— ha resultado ser altamente contaminante y ha provocado el desgaste de los sistemas naturales, impactando en el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Ante estas consecuencias aparece la economía circular, que por el contrario al modelo tradicional, busca producir la menor cantidad posible de residuos desde el primer momento. Así, se plantea como una nueva lógica de producción, comercialización y consumo, que busca el desarrollo en equilibrio con el cuidado del medio ambiente. En palabras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la economía circular “es un modelo económico que lleva al crecimiento y al empleo sin comprometer el medio ambiente”.
Este modelo de desarrollo sostenible es crecientemente promovido en el mundo entero. La Unión Europea (UE), que define la economía circular como “un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido”, presentó en marzo de 2022 un plan de acción para avanzar hacia una economía carbono neutral, sostenible, libre de tóxicos y completamente circular en 2050.
Más cerca de Chile, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) tiene un enfoque que, entre otros elementos, resalta la importancia de la innovación: “es un modelo de transformación productiva que aplica una nueva lógica de producción y consumo mediante la optimización de los recursos, la innovación tecnológica y el desarrollo de nuevos modelos de negocios que permiten reducir la extracción de recursos y la dependencia de insumos importados en las cadenas mundiales de producción y suministro”. La entidad cuenta con diversos estudios, programas y estrategias en torno al tema.
También existen organizaciones privadas que lideran la promoción de la economía circular en todo el mundo. Una de ellas es la Fundación Ellen MacArthur, que ha estudiado y promocionado el modelo desde la primera década de los 2000. Esta forma de mitigar y adaptarnos a la crisis medioambiental, según la entidad, se funda en tres pilares fundamentales:
Eliminar los desechos y la contaminación: la basura y la contaminación son un error de diseño. Al fabricar productos debemos evitar la generación de residuos desde el comienzo, en lugar de hacerse cargo de ellos cuando ya se han generado.
Mantener los productos y los materiales en uso: una vez que un recurso ya ha ingresado a la economía, se debe mantener al máximo el uso de sus materiales para evitar que se convierta en residuo.
Regenerar los sistemas naturales: en lugar de degradar la naturaleza, debemos construir capital natural, tal como los propios sistemas naturales han regenerado la biodiversidad durante millones de años.
Teniendo en cuenta estos fundamentos, se propone incorporar la circularidad en la cadena de valor de las empresas, sumando también el uso de energías y materiales renovables. En Chile, ya hay avances en esta materia. En 2015, Chile suscribió el Acuerdo de París que, entre otras cosas, fijó 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) para alcanzar metas en los ámbitos económico, social y ambiental. En 2020, Chile definió sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, que establecen metas de adaptación y mitigación para la reducción de emisiones de CO2, mientras que en 2021 el Ministerio de Medio Ambiente lanzó la Hoja de Ruta para un Chile Circular al 2040, en conjunto con el Ministerio de Economía, CORFO y la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático.
En esa línea, este 2023 el Gobierno de Santiago impulsa Desafío Santiago Circular (DSC), en colaboración con CORFO y con ejecución de la Universidad Mayor, que busca crear una red de empresas y emprendedores de todos los sectores industriales, para reconvertir sus modelos de negocios incorporando criterios circulares en los procesos de producción y comercialización de bienes y/o servicios. En ese contexto, Santiago Circular Economy Hotspot se configura como un hito para dar a conocer la economía circular en mayor profundidad en el medio nacional y comenzar a tener una red sólida en la Región Metropolitana.